No soy alguien de títulos colgados en la pared, pero llevo años construyendo conocimiento desde la práctica, la observación y la mejora constante. Empecé desde otros oficios: fui empresario en otros rubros, entendí lo que significa trabajar con herramientas, márgenes, clientes y responsabilidades reales. Pero fue el cacao quien me dio una nueva dirección.
A través del tiempo me formé como catador, conocí el proceso completo desde la semilla hasta el chocolate, y fundé una planta de transformación que hoy da vida a decenas de productos derivados. En paralelo, desarrollé procesos formativos para emprendedores y pequeños productores, no solo para enseñarles a transformar materia prima, sino para que entiendan cómo hacerlo bien, con calidad y conciencia.
No me considero solo un chocolatero ni un técnico; mi trabajo es construir soluciones desde la finca, desde la fermentación, desde el diseño de productos hasta la comercialización directa. CHOCOLAB no es un accidente, es el resultado de más de cinco años sembrando conocimiento, corrigiendo procesos, y soñando con un espacio que conecte a las personas con el origen, la historia y la calidad real de lo que consumen.