DONDE EL FONDO SE VUELVE RAÍZ
Hay historias que nacen en la cima, pero la mía comenzó tocando fondo. Durante años, caminé entre la oscuridad del dolor, la pérdida y la confusión. Perdí lo más valioso: mi familia, y con ello, perdí también el rumbo. Pedí milagros. Soñé con ganar la lotería, encontrar tesoros escondidos en mi propia casa o que alguien llegara para cambiar mi vida. Pero ningún milagro vino del cielo. La única puerta fue la búsqueda de sabiduría, y esa búsqueda me llevó a descubrirme.


Mi pasado está hecho de muchos caminos: trabajé con mi padre en el lubricentro familiar, fui dueño de una ferretería y de un taller automotriz. Pero ninguno de esos títulos me definía del todo. Lo que me transformó fue la tierra, el agua, el trabajo con las manos y la fe en que el suelo podía regenerarse… y yo también. En esa búsqueda me formé como catador certificado de cacao y chocolate, impulsé una planta de procesamiento, y más adelante, nació la idea de una chocolatería que reuniera todo lo aprendido: la ciencia del sabor, la tradición de los cultivos y la magia de comenzar de nuevo.
De ahí nace todo esto: CHOCOLAB, EMEC2, la finca, la planta, las bebidas, los aromas, el conocimiento compartido. Todo está hecho de fragmentos de lo que fui, de aprendizajes que costaron años y de una nueva manera de ver el mundo. Cada producto es un testimonio, cada receta es una página de mi recuperación, cada sorbo de chocolate o café es una forma de decir: “se puede volver a empezar”.

FINCA ISABEL NOVOA

La tierra no siempre fue fértil. Al inicio, la finca Isabel Novoa se manejaba con agroquímicos, como tantas otras fincas que buscaban producción rápida, sin pensar en el mañana. Pero llegó el momento de cuestionarlo todo. Decidimos dejar atrás los químicos, confiando en que la naturaleza podía sanarse. Así comenzó una transición profunda: primero hacia una finca orgánica, y luego hacia algo aún más valiente y necesario, una finca regenerativa.
Comenzamos por lo esencial: sembrar agua. Creamos sistemas para retenerla, protegerla y devolverle su curso natural. La tierra respondió. Los microorganismos volvieron, los insectos también, y con ellos, los animales. Lo que antes era un terreno forzado a producir, se volvió un espacio que respira, que se equilibra, que da sin ser obligado. Cada árbol de cacao, cada mango, cada planta de vainilla crece ahora acompañado de vida.


Pero no queríamos que esta transformación fuera solo nuestra. Empezamos a compartir lo aprendido: cómo hacer abonos orgánicos, cómo cuidar el suelo, cómo sobrevivir y prosperar sin depender de químicos. Abrimos la finca para enseñar, para formar a otros productores, para inspirar a quienes aún creen que otra forma de cultivar es posible. La finca se volvió aula, ejemplo, esperanza.
Hoy, Finca Isabel Novoa no solo produce alimentos, sino conocimiento. No solo siembra árboles, sino futuros distintos. Creemos que el suelo que se regenera, también regenera la vida de quienes lo trabajan. Y en esa esperanza firme, seguimos sembrando, enseñando y caminando. Porque cuando una finca se transforma, transforma todo a su alrededor.

PLANTA DE PROCESAMIENTO EMEC2

EMEC2 nació después de un proceso de aprendizaje que cambió nuestra manera de ver el cacao para siempre: una certificación internacional como catador de cacao y chocolate. Fue ahí donde descubrimos el verdadero lenguaje del cacao notas, aromas, acidez, amargor, complejidad y entendimos que El Salvador tenía un potencial inmenso por revelar. La marca surge entonces como respuesta, como laboratorio y como homenaje a esa transformación.
El nombre EMEC2 no es casualidad. Como la fórmula de la energía, representa la fuerza con la que decidimos transformar el cacao en nuevas formas de vida: tablillas, infusiones, bombonería, bebidas naturales y fermentadas, siempre desde la experimentación responsable y la conexión con el origen. Cada fórmula que desarrollamos parte de una lógica: sorprender al paladar, pero también enseñar, sanar y emocionar.


Nuestros productos no solo nacen en la cocina, sino en el campo, en la fermentación, en los procesos de investigación y en la escucha atenta a quienes los disfrutan. Por eso también nos dedicamos a capacitar: enseñamos a hacer bombonería, jaleas, buenas prácticas y compartimos lo que aprendimos en cada paso. Creemos que el conocimiento debe circular como el aroma de un buen chocolate caliente.
Hoy, EMEC2 entrega su legado de productos a CHOCOLAB, una nueva marca que los llevará más lejos, más alto, más profundo. Pero nosotros seguimos presentes, como semilla de innovación, como laboratorio creativo, como custodios de una visión clara: el cacao salvadoreño merece ser contado con ciencia, respeto y belleza. Porque cuando se transforma con conciencia, se convierte en un puente entre la tierra y el alma.

CHOCOLAB CAFE

CHOCOLAB es el resultado de un largo viaje: del campo a la fermentación, del laboratorio al paladar. Nace como una cafetería diferente, como un espacio vivo donde convergen el cacao, el café, las frutas, las fermentaciones y las personas. Aquí, cada bebida y alimento cuenta una historia: de suelo regenerado, de sabores redescubiertos, de conocimientos compartidos.
Este no es solo un lugar para consumir, es un espacio para despertar. En CHOCOLAB no solo se vende chocolate, se cuenta cómo nace. No solo se sirve café, se explica su origen. No solo se fermenta una bebida, se enseña por qué es saludable. Es un laboratorio abierto donde todo tiene sentido: lo que pruebas, lo que ves y lo que sientes.


CHOCOLAB también es puente entre marcas: aquí conviven los productos de EMEC2, las frutas de Fincas Isabel Novoa, los sabores ancestrales y la innovación contemporánea. Todo lo que se sirve fue pensado desde el campo, desde el respeto al ecosistema y al cuerpo. Cada sorbo o bocado es una declaración de principios: podemos hacer las cosas bien y sabrosas.
